Los gobiernos hemos quedado a deber en la construcción de infraestructura de recreación desde una visión incluyente, sin embargo, es una necesidad en toda ciudad y gobierno, para hacer valer el derecho a la recreación y al juego de las niñas, niños y adolescentes con discapacidad.
Su importancia es tal ya que no solo representan lugares de diversión, sino también un entorno donde se fomenta la socialización y desarrollo físico y emocional de todos los niños.
La actividad física de moderada a vigorosa, todos los días por lo menos una hora todos los días, es altamente recomendable de los 6 a los 17 años, pero estas rutinas se deben ajustar dependiendo las condiciones físicas de cada uno.
Lamentablemente, los niños y adolescentes con discapacidades suelen enfrentar más obstáculos cuando se trata de participar en deportes y actividades físicas. Eso significa que no participan con tanta frecuencia. En general, tampoco están en buena forma física y tienden a tener tasas más altas de obesidad.
La causa es evidente: hay una problemática en la igualdad de oportunidades para las personas con alguna discapacidad, motivada por el poco conocimiento de las medidas que requieren aplicarse en el medio para que éste sea incluyente.
Las niñas y los niños con discapacidad suelen experimentar una doble discriminación, la de género y la relacionada con la discapacidad, lo que los coloca en un riesgo mayor de vivir violencia, abandono, malos tratos o explotación.
La creación de espacios inclusivos para las niñas, niños y adolescentes busca crear un movimiento sostenible que inspire un cambio cultural, generando un impacto positivo en la sociedad al fomentar la aceptación, así como, el respeto mutuo en todos los espacios.
La creación de áreas o espacios inclusivos representan grandes avances dentro de las comunidades.